ANOCHE

Anoche me acosté triste, muy triste, pero no lo voy a contar.

Anoche, antes de acostarme, busqué mi nombre (el que utilizo como autora) en Google. ¡Qué error más grande! Pero no os lo voy a decir.

Anoche, mientras pasaba la veintena de portales de piratería en los que están colgadas todas mis novelas y antologías, comencé a sentir una sensación de agobio que me dejó sin respiración, pero no lo voy a contar.

Anoche, me encontré con algunas de las reseñas que se han hecho de mi primer bebé literario: Mi Protegida, el guardaespaldas de Suzanne. Algunas, maravillosas (que llevaré siempre en mi corazón); otras, no tanto, pero no quiero decirlo.

Anoche, mientras leía una de esas reseñas no tan maravillosas sobre Mi Protegida, me sentí estúpida, bastante estúpida. 

¿Por qué? Pues porque cada palabra que leí, me llegó al alma y no de una manera feliz, no. Me preguntaba por qué me empeño en seguir escribiendo si, según la reseñadora, ella podía sacar dos novelas de la mía, que ella la podía mejorar y con creces, que no tenía coherencia la historia, que era larga e innecesaria y que tardó más en leerla que lo que durará en su memoria. 

Desde aquí le pido disculpas por haberle hecho perder el tiempo de esa manera tan innecesaria. Por supuesto que mi primera novela no es la mejor del mundo, ni mucho menos, y podrá contener miles de errores (que los tiene), pero no creo que se merezca ese desprecio, de verdad. Mi Protegida es muy especial para mí y para mucha gente (me consta) porque fue mi primera blog-novela. La vivimos intensamente durante el año en el que la publicaba capítulo a capítulo, de ahí que la autopublicara tal y como se escribió en un principio; a petición de mis protegidas, que querían tener a Rick y a Sussi en sus bibliotecas.

Y ya que ella se permitió el lujo de darme tan buenos consejos, yo le daré uno: la próxima vez que hagas una reseña o comentario sobre el trabajo de otra persona, piensa en cómo tus palabras le afectarán; hay mejores maneras de decir las cosas sin que la otra parte se sienta mal. 

¡Ojo! Con esto no pretendo transmitir el que no se me pueda decir nada negativo sobre mis historias ni mi manera de escribir, al contrario, he tenido cientos de comentarios por parte de muchas personas: buenos y no tan buenos, pero siempre desde el respeto y la educación. Estoy para aprender y me falta mucho todavía para llegar a ser ni tan siquiera una tercera parte de lo que la palabra ESCRITORA implica, por lo que SIEMPRE agradezco cualquier opinión y crítica constructiva que me puedan brindar. Sé que cometo muchos errores de novata y me gustaría enmendarlos, en serio; y que me quedo con los comentarios tan maravillosos que me hacéis cada día. Por eso os digo que olvidéis que os he dicho esto. Solo ha sido una reflexión en voz alta de una persona que se acostó triste anoche.

Disfrutad del fin de semana.