jueves, 31 de octubre de 2013

¡¡FELIZ HALLOWEEN!! (Actualizado el 25/07/2014)

¡Hola a tod@s!

Sé que much@s de vosotr@s no celebráis esta fiesta. Pero como a mí sí que me gusta, aquí os dejo un relato para que lo leáis esta noche ;)



Este es el relato que leí el día 29 de Octubre en el programa Luna de Cuentos de CCF Córdoba. En cuanto esté disponible la grabación del programa os la pongo por aquí por si queréis escuchar el relato, además de leerlo.

Espero que os guste. ¡Feliz Halloween!




LA FIESTA 

Este relato forma parte de la I Antología relatos en papel convocada por el escritor Ramón Cerdá, es el número 23





Solo escuchaba los alaridos de los jóvenes que estaban a su alrededor. Su angustia aumentaba por momentos. Había sangre por todos sitios y esas criaturas intentaban darle caza como hicieron con el resto. Ella intentó escapar pero estaba atrapada allí dentro con esos monstruos. El anfitrión la acorraló contra una pared y se acercó a su cuello con la boca abierta enseñando sus colmillos ensangrentados buscando lo que más anhelaban… entonces… la chica gritó.


Nuria se despertó sobresaltada y sudando. Ha sido una pesadilla, pensó al incorporarse en su cama, se había echado allí después de comer y, sin darse cuenta, se quedó dormida. Estaba nerviosa porque no le agradaba la idea de asistir a la fiesta de Halloween que se celebraba esa noche. Las cosas relacionadas con fantasmas, vampiros, etcétera le daban mucho miedo. Pero no le podía negar nada a su mejor amiga Marta, que se había pasado el último mes intentando convencerla para que la acompañara, con la excusa de que era una fiesta exclusiva y, aforo limitado, del nuevo pub de las afueras, que se inauguraba también esa misma noche.


Tres horas después se encontraba en la cola para entrar al recinto, agarrada a su amiga y vestida de vampiresa. Según ponía en las invitaciones, había prevista una sorpresa para todos sus asistentes sobre las doce de la noche aunque la fiesta comenzaba a las once.


Nuria alzó la vista hacia el gran luminoso que parpadeaba en la fachada del local. Era de un color rojo intenso y con unas letras bastante siniestras que estaban adornadas por unos murciélagos que volaban alrededor de éstas. El pub se hacía llamar La Cueva. Un nombre muy apropiado para esta noche, pensó la chica. Observó más detenidamente la fachada, no parecía la típica nave industrial convertida en discoteca, sino más bien una casa antigua.




Les llegó el turno de entrar y les recibió el portero. Un hombre rubio, alto y extremadamente pálido que iba vestido con ropaje antiguo y raído, pero lo que a Nuria más le llamó la atención de aquel tipo eran sus ojos claros, casi transparentes y su forma de mirar a todo el mundo, con la boca entreabierta y relamiéndose disimuladamente. Marta le tendió las dos invitaciones que éste cogió con una mano huesuda e igual de pálida que su rostro delgado. Les dedico una sonrisa maliciosa y se apartó para dejarlas pasar.


—Me está dando mal rollo Marta —dijo Nuria cuando pasaron junto a él.


—¿Es por la dichosa pesadilla? No seas paranoica y relájate, por favor —contestó su amiga arrastrándola dentro del recinto.


El interior era más siniestro aún, parecía un salón antiguo con las paredes desconchadas y llenas de telarañas. En el centro se encontraba la pista de baile y, al fondo, un escenario que estaba iluminado por unas tenues luces rojas. Poco a poco, la estancia se fue llenando de jóvenes disfrazados.


Cuando entró todo el mundo, se escuchó un gran estruendo y una especie de rayo iluminó todo el pub como si hubiese caído allí mismo, entonces, en mitad del escenario apareció de la nada un hombre ataviado con ropa de época llena de polvo. Nuria sintió un escalofrío y miró hacia su amiga Marta con miedo, ésta le hizo un gesto con la mano indicándole que estaba loca. El tipo que estaba en el escenario, hizo una reverencia, sonrió hacia el público enseñando unos colmillos que parecían bastante reales y comenzó a hablar.




<<Mi nombre es Gabriel y seré su anfitrión esta noche. Cuenta la leyenda, que en esta casa, habitan unos seres demoníacos, que se despiertan cada treinta años en la noche de los muertos para alimentarse de jóvenes inocentes que se atreven a adentrarse en ella. Disfrutad de todo lo que os ofrezco, antes de que se despierten>>.


Desapareció del mismo modo en que apareció en el escenario. Todo el mundo aplaudió por los efectos especiales y, acto seguido, empezó a sonar la música. Poco a poco, aparecieron en la escena camareros vestidos de sirvientes de otra época ofreciendo comida y bebida a todo el mundo. Marta le ofreció una copa a su amiga, al tiempo que movía su cuerpo al son de la música. Nuria le sonrió y se sintió estúpida por dejarse llevar por la fantasía de su pesadilla. Empezó a bailar y se dispuso a pasárselo como nunca.


Había pasado una hora aproximadamente del comienzo de la fiesta, cuando empezaron a sonar las campanadas de un reloj anunciando las doce de la noche. Cuando hubieron terminado, se escuchó un gran estruendo y se iluminó toda la estancia como cuando hizo su aparición en el escenario Gabriel. Pero en esa ocasión, lo que ocurrió fue que todas las luces se apagaron y a continuación, se escuchó el ruido de puertas y cerrojos. Los estaban encerrando allí. Los jóvenes estallaron en aplausos y vítores emocionados por toda la parafernalia del pub. Se volvieron a encender las luces y aparecieron en el escenario los camareros, el portero y Gabriel. Todos esbozaban la misma sonrisa siniestra y se relamían cayéndoles babas por las comisuras de sus labios.


—¡Que comience la sorpresa! —gritó el anfitrión.


—Marta, deberíamos de marcharnos de aquí esto se está pareciendo a mi sueño—le dijo Nuria a su amiga.


—Ya estamos… si es que eres una paranoica… —eso fue lo último que le dijo su mejor amiga antes de morir.


Sin darse cuenta, Nuria estaba rodeada de los mismos monstruos que vio en su sueño, con la sangre brotando de sus bocas abiertas. Sólo podía escuchar los latidos de su acelerado corazón en los oídos, ni siquiera escuchaba a un joven que le pedía ayuda a su lado antes de ser devorado por uno de esos seres. De repente, Gabriel la acorraló contra una pared y se acercó a su cuello con la boca abierta enseñando sus colmillos ensangrentados buscando lo que más anhelaban, su sangre. Los hundió en su carne y Nuria gritó pero nunca más se despertó.


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